Es un parque de la ciudad de Valladolid un día festivo hacia el mediodía. La mañana es más bien fría, apenas 4 grados, pero el Sol luce esplendoroso, luminoso, radiante, aunque sus rayos apenas pueden calentar mínimamente el ambiente. Todo parece más o menos normal, solo hay un pequeño detalle, que es la festividad de la Epifanía, los Reyes Magos, del pasado 6 de enero. Voy paseando y veo de cuando en cuando alguien corriendo o en bici, bien abrigados, algunos viandantes pasean con sus perros y... hay mucho, mucho silencio, no se oyen las risas de niños y niñas que pudieran esta en la calle disfrutando de los regalos que, a buen seguro y con generosidad, los Magos han dejando en sus casas.
Me pregunto, ¿Dónde están? No hace muchos años este lugar era un hervidero de bicis, coches teledirigidos, muñecas, balones de fútbol y otros juguetes con los cuales se oían risas, gritos, una alegre algarabía. ¿Dónde ha quedado todo eso? ¿Porqué ya no salen a la calle a disfrutar, relacionarse, intercambiar regalos y, simplemente, jugar con otros niños y niñas?
Hablamos mucho de la individualización de la sociedad, de dar más importancia al yo que al nosotros y la mejor manera de hacer frente a este desafío empieza en la más tierna infancia, cuando todo está por descubrir, cuando todo es aventura y misterio, ¿Cómo van a jugar nuestros pequeños a piratas o al escondite si no tienen con quién? ¿O creemos que están más felices en esos hogares, teóricamente super seguros, urbanizaciones monísimas pero asépticas, libres de cualquier "contaminación humana", que son auténticas prisiones con barrotes de oro? ¿Están "jugando" con la gran cantidad de artilugios digitales que hoy tienen, pero que les impide la relación humana, cara a cara, con los demás? La habilidades de todo tipo se aprenden JUGANDO por el simple hecho de jugar, además de ser un hervidero de aprendizaje que les servirá para la vida: hacer amigos, solucionar problemas, ver que el mundo es muy amplio,... eso se llama socializar. Y eso es algo imprescindible de aprender en la infancia o corremos el riesgo de que luego se conviertan en esos individuos aislados, muy interconectados pero solos, sin relaciones humanas necesarias para tener un crecimiento personal, porque nadie crece SOLO, esto se logra con la interconexión con los demás.
Está suficientemente demostrado que niños con muchos ratos de soledad puede tener un impacto muy negativo en todo su desarrollo. La tristeza, el aislamiento, la falta de empatía, no son más que ejemplos que se ven continuamente y cada vez en mayor medida. Hagamos todo lo que está en nuestra mano para que no ocurra y que los parques se llenen de voces infantiles que dan alegría a la Vida.
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Esposo, padre y abuelo
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