VIVE SIMPLE. SUEÑA GRANDE. DA GRACIAS. DA AMOR. RÍE MUCHO.

martes, 21 de noviembre de 2017

NIÑOS



En la celebración del Día Internacional del Niño quizá sería conveniente que, dentro de los derechos que tanto hablamos y les damos  damos hubiera uno que es el más importante: dejemos a los niños ser niños.  Porque en este mundo tan supertecnificado y ultrarápido se nos ha olvidado que los niños no son futuros consumistas de todo lo que caiga cerca de nuestras manos, son ante todo y sobre todo niños. Independientemente del lugar donde vivan, de las condiciones económicas, sociales y culturales donde se desarrollen, su principal misión es ser personas felices y para lograrlo no hay que dejarles más que ser ellos mismos. No convertirles en adulto pequeñitos con todo lo que ello significa.

lunes, 21 de agosto de 2017

CRIAR NIÑOS OPTIMISTAS



Si tienes hijos, puede resultar muy fácil centrarse en lo negativo. Y no es de extrañar: gracias a las noticias 24 horas, a las redes sociales, a las notificaciones de los teléfonos móviles e incluso a otras fuentes inesperadas como YouTube o Instagram, los niños están rodeados de tristeza y pesimismo. Fijémonos en el mundo en el que les ha tocado vivir: la tasa de suicidio ha aumentado, el ciberacoso está en auge, Estados Unidos está más dividido que nunca y ahora la gente se dedica a retransmitir asesinatos y suicidios en directo. Es comprensible que no te apetezca sonreír y transmitir a tus hijos mensajes optimistas con respecto al futuro todos los días.

Pero no te rindas. Por irónico que suene, aunque los medios de comunicación y la tecnología parezcan la causa del pesimismo colectivo, también son esenciales para superarlo; ya sea utilizándolos con cabeza o sabiendo cuándo dejarlos a un lado. A continuación, encontrarás seis formas de ver el vaso medio lleno:

Cambiar de perspectiva

Cuando la tragedia vuelve a hacer acto de presencia en el mundo, la revivimos cada vez que encendemos la televisión, que entramos en una red social, que miramos las notificaciones del móvil o que pasamos por un quiosco lleno de periódicos con titulares sensacionalistas. Los padres entendemos que los medios de comunicación exageran ciertas noticias para atraer miradas y clics. Pero los niños no tienen por qué entender la relación existente entre las fuentes de información, los patrocinadores y el público. La forma en la que reaccionamos a las noticias marca la diferencia en la manera en la que van a procesarlas nuestros hijos. Ayúdalos a mirar las cosas desde otra perspectiva y explícales que muchas veces no es más que mucho ruido y pocas nueces. Cuando se le da a las cosas la importancia que verdaderamente merecen, los niños tienen menos miedo y recuperan la esperanza.

Demostrar agradecimiento

Alimenta el carácter de tus hijos para combatir la actitud derrotista. Un carácter fuerte será un importante pilar para ellos cuando el resto del mundo sea un caos. Tómate tu tiempo para hablar de las cosas por las que te sientes agradecido. Anímalos a no rendirse a pesar de los obstáculos y a tener compasión con los demás. Existen estudios que demuestran que expresar la gratitud hace que nos sintamos más optimistas. Puedes ver con tus hijos estas películas para empezar el diálogo sobre el tema.

Desmontar las noticias falsas

Muchos niños dicen ser incapaces de diferenciar las noticias falsas de las reales en internet. La confusión, las dudas y la falta de confianza se interponen en el camino hacia el optimismo. Pero nuestros hijos tienen las herramientas necesarias para combatir las noticias falsas. Tienen a su disposición herramientas en línea para comprobar y descubrir la verdad (o, al menos, para desenmascarar los fraudes). Se pueden negar a contribuir a la difusión de información falsa al no compartir contenido que no puedan verificar. Y pueden alzar la voz cuando vean información dudosa. Comprobar de primera mano la información empodera.

Plantar cara a los ciberacosadores

Enséñales a tus hijos que pueden parar los pies a los acosadores. Cuando vean que están acosando a alguien —en las redes sociales o en los juegos en línea—, no deben quedarse de brazos cruzados. Aunque nunca deberían hacer nada que les ponga en peligro, hay formas seguras de ofrecer su apoyo. Pueden llamarles la atención a los ciberacosadores, denunciarlos, defender o mandar un mensaje privado a la víctima para que tenga claro que alguien se preocupa por ella. No es ser un chivato. Es responsabilidad de todos que la experiencia de navegar por internet siga siendo positiva y productiva. Al plantar cara a los ciberacosadores demostramos que tenemos fe en que podemos cambiar las cosas.

Acabar con el discurso del odio

El anonimato que proporciona internet puede tener consecuencias involuntarias. Por ejemplo, la gente piensa que puede hablar con odio o compartir imágenes ofensivas sin miedo a ser descubierta. Y puede que tengan razón, pero el discurso del odio se cobra sus víctimas. Aunque ciertas instituciones están empezando a castigar a aquellos que difunden contenidos ofensivos, no deberíamos esperar a llegar a ese punto. El discurso del odio es muy dañino, contribuye a crear un ambiente negativo y, en ocasiones, es un grito de socorro de alguien que lo está pasando mal. Explícales a tus hijos cómo lidiar con él: que no respondan, que bloqueen a las personas que lo difundan, que denuncien a los ofensores y que no lo compartan. Si tus hijos consiguen influir en otra persona para que pase de los contenidos negativos, es posible que esa persona influya en otra, y esa, en otra...

Desconecta de vez en cuando

Coge a tus hijos y a tu pareja, si es que tienes, y desconectad del mundo. Si estáis todos juntos, no os vais a perder nada importante. El mero hecho de estar juntos, leer, cenar sin ningún dispositivo electrónico o charlar os recargará las pilas y os transmitirá el mensaje de que el tiempo en familia es lo más importante. Los expertos recomiendan este tipo de actividades porque la acumulación de malas noticias puede ser abrumadora y debilitante. Y si incluso los adultos nos sentimos así, imagínate cómo pueden reaccionar los niños a ese torrente de información constante. Al gestionar los medios de comunicación y pasar tiempo en familia, les estarás enseñando a tus hijos lo que es verdaderamente importante.

Escrito por Caroline Knorr, Common Sense Media
Common Sense Media es una organización independiente sin ánimo de lucro que ofrece información no sesgada y consejos para ayudar a las familias a utilizar la tecnología y los medios de comunicación de una forma inteligente.

miércoles, 12 de julio de 2017

NATURALIDAD


¿Por qué los muros de nuestras redes sociales están llenos de selfies con filtros? ¿Por qué cuando alguien etiqueta una foto con el hashtag #sinfiltros normalmente se trata de un paisaje bonito y no una "cara lavada y recién peiná"? ¿De qué nos avergonzamos o qué nos preocupa cuando nos hacemos quince fotos hasta elegir cuál de ellas vamos a publicar? ¿En qué momento la naturalidad dejó de tener encanto y ser interesante?

Parece que si no tenemos la sonrisa perfecta, el pelo ideal o la mueca más encantadora, nuestra imagen no tiene valor... Ha quedado muy atrás aquello de que "la belleza está en el interior" cuando también se nos ha olvidado eso de que la fachada es sólo eso, fachada, señores.

No vendría mal que de vez en cuando mirásemos uno de nuestros selfies y viésemos qué transmite nuestra fachada para después mirar hacia nuestro interior y comprobar cómo está de cerca una imagen de la otra. Si lo que transmites hacia fuera coincide con lo que sientes hacia dentro, puedes dejar de leer. Pero si no es el caso, háztelo ver...

Probablemente, si aprendemos a aceptar nuestros defectos, también puede que dediquemos menos tiempo a los filtros en el próximo selfie que vayamos a publicar. Igual tampoco es necesario aplicar blanqueador dental para lucir dientes de blanco "Ariel", ni ponerle "velos" a nuestras arrugas para publicar caras de porcelana antes de compartir una imagen con nuestros contactos; seguro que a ellos les importa saber que estamos pasando un buen rato y que nos sentimos bien y no tanto que luzcamos una cara lisa con cero defectos, como si fuéramos una de las figuras de #lladró...

Quizás deberíamos preocuparnos más por disfrutar y compartir todo lo que uno quiera compartir, pero sin disimular que todo está bien cuando no lo está... ¿qué aporta publicar una foto perfecta, llena de filtros cuando por dentro uno está hecho un trapo?

Me gustan las redes sociales, tengo Twitter, Facebook, LinkedIn e Instagram. Me gusta sentirme cerca, a través de ellas, de la gente que tengo lejos, es una manera de estar presente en su día a día...Pero lo que más me gusta es saber que cuando comparten una foto se sienten bien, que están pasando un buen rato y que quieran compartir conmigo ese momento, y para ello, señores, me dan igual los filtros que pongan. Me quedo con la alegría y los sentimientos que me transmiten al natural, sin filtros.

Es verano, está lloviendo y me encanta correr bajo la lluvia en esta época del año, y así, sin filtros, con los kilos de más que no he conseguido quitarme para llegar a la #operaciónbikini, las ojeras acumuladas durante la semana, las canas que de momento sigo renegando a tintar y mis incipientes arrugas, comparto este momento contigo. Probablemente tú estés pensando que ni se me notan las canas, ni las lorcillas de más, ni que las arrugas sean para tanto...Pero sí, ahí está todo eso, y soy tan consciente de ello como de que con esta foto mi fachada transmite lo bien que me siento ahora mismo por dentro.
Artículo de Natalia Márquez
Huffington Post

martes, 4 de julio de 2017

MAMÁ Y CUERPO


Mi relación con la comida ha sido siempre complicada, por decirlo de forma suave. Debido al asma, siempre he tenido miedo de hacer ejercicio, de modo que he ido ganando peso desde que era adolescente. Perdí veinte kilos asistiendo a mis reuniones semanales y controlando todo lo que comía. Me sentía como si estuviera reeducándome a mí misma sobre qué es sano y cuál es la ración apropiada. Poca grasa, pocos hidratos de carbono y mucha fibra: esas fueron mis normas. Aunque entonces no lo sabía, los trucos que aprendí para evitar las calorías podrían servirme para toda la vida. Me encantaba sentirme "delgada". A veces, renunciaba de forma premeditada a comer antes de las ocasiones especiales para sentirme bien conmigo misma. Pese al asma, hacer ejercicio se convirtió en una rutina central de mi vida: corría kilómetros y kilómetros y podía doblarme en cualquier dirección que te puedas imaginar. Era una antigordos.
Cuando las madres charlamos sobre nuestros cuerpos, muy pocas confiesan que les gusta más su cuerpo de después del parto que el de antes. Yo soy una de ellas. No me malinterpretéis, no ha sido un camino de rosas: he tenido que aprender a cambiar mi forma de pensar sobre el cuerpo y la salud. Parece que a veces, mientras nos zampamos una zanahoria con solo tres horas de sueño encima, nos olvidamos de que estar sanas y estar delgadas no es lo mismo. Me lo hicieron ver al nacer mi hijo. Cuando nació, le decían "gordinflón", y no fue hasta que varios amigos y familiares me insistieron en que lo más sano para el bebé era ser un gordinflón cuando me di cuenta de que estar delgada no tenía por qué ser bueno. ¿Cuándo se produce el cambio? ¿Por qué medimos nuestro valor personal según nuestra talla corporal? Es más, ¿por qué medimos nuestra valía como madres según lo rápido que podemos hacer desaparecer las secuelas del embarazo?

Tras un año de baja maternal asumiendo el giro de 180 grados que había dado mi vida al dar a luz, pensé muy seriamente qué modelo quería ser para mi hijo. Fue cuando de verdad empecé a cuestionarme si amoldarme a los estereotipos de nuestra sociedad era un buen ejemplo. Y no, no lo es en absoluto. Es necesario aceptar que los cuerpos cambian al dar a luz y siguen cambiando después. Quiero que mi hijo vea que las mujeres pueden ser felices y estar sanas sin ponerse a dieta o empezar rutinas que tomen el control de sus vidas. Quiero que crezca sabiendo respetar a las mujeres por algo más que por sus cuerpos, que aprenda a ver más allá de la carne, los huesos o los granos de una persona.
Cuanto más tiempo pasa desde que soy madre, más orgullosa me siento de mi cuerpo. Esos impresionantes abdominales desaparecieron hace mucho tiempo, cuando los especialistas me aconsejaron que lo dejara. Desde ese momento, en mi subconsciente corté de raíz con esa dieta y esa mentalidad de tallas pequeñas. Ahora me siento liberada. Me encanta sentarnos a la mesa como una familia y disfrutar de la comida, todos con el mismo menú en el plato. Ahora tomamos lácteos, carne e hidratos de carbono todos los días. Todos los días aparece en las redes sociales una nueva dieta libre de lactosa, azúcar, gluten... y a veces me acabo preguntando si soy la única que come de todo.

He aprendido que no hace falta amoldarse para ser feliz. Yo ya he dejado atrás las dietas. Se trata de ser feliz uno mismo, no de hacer felices a los demás. En mi caso, me hace feliz cultivar mis propios alimentos y disfrutar de la comida junto a mi familia. Cuando empecé a distanciarme de aquello en lo que la parte crítica del mundo quería convertirme, por fin pude aceptar mi cuerpo tal y como es. Me gustaría que esta historia sirviera para que todas las madres del mundo se abstuvieran de hacer caso a los estereotipos que los medios nos quieren inculcar. Comed lo que os haga feliz, seguid una dieta equilibrada o zampaos ese pastel, esa fruta o ese trozo de pan. Haced ejercicio si lo disfrutáis, cultivad el huerto, sacad a pasear al perro o jugad al pillapilla con vuestros hijos. Por amor de dios, ¿podemos empezar a valorar lo increíbles que son nuestros cuerpos independientemente de la talla antes o después del parto?

Helen Aveyard
Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Reino Unido 

viernes, 26 de mayo de 2017

INDIVIDUALISMO



Vivimos un mundo contradictorio, por un lado se nos pregona y enaltece la cooperación ,el trabajo, en equipo, la ayuda a los demás, etc... pero la realidad es diferente. Es una sociedad enormemente individualista. Es la cúspide el ego. Hemos perdido cercanía con los demás, nuestro esposo/a, con nuestro hijos, con nuestra familia, con nuestros vecinos, se ha perdido relación.
Este un trabajo que se debe cuidar en la familia. Ésta es la primera y más importante experiencia de comunidad. Donde se aprenden las relaciones, donde se aprende a convivir. donde se aprende a dar y recibir, donde se aprende el valor del esfuerzo y de la gratuidad. Ya sabemos que los horarios son infernales, y más que los hacemos nosotros, que parece no tenemos tiempo para nada, que todo es estrés y prisa, que un día se nos queda corto, pero precisamente por ello debemos recuperar el ambiente familiar de convivencia, de compartir, de tranquilidad y sosiego. Sólo así podremos exportar esto a la sociedad y hacerla más humana, más cercana. Olvidemos la tele, la tablet, los móviles y disfrutemos de nuestro más preciado tesoro: la convivencia.
¡Pongámonos a la obra!

martes, 2 de mayo de 2017

CINCO IDEAS PARA NO ESTROPEAR UN MATRIMONIO



Con 23 años y prometida, yo no tenía ni idea de lo que me esperaba, de lo que era realmente el matrimonio o de qué debía esperar. Era joven, inocente y en realidad estaba bastante perdida, por eso quiero compartir contigo las cosas que me gustaría haber hecho de otra manera. Puede que mis reflexiones cambien la percepción que tienes de tu relación.
Nunca me hablaron de estas cosas. ¿Qué habría pasado si lo hubieran hecho? Quizá me habrían ahorrado mucho sufrimiento. Ahora, 27 años y tres hijos después, puedo decir con seguridad que soy más feliz que nunca. Las relaciones largas merecen el esfuerzo y el dolor. Todos tenemos problemas. La vida es así. Lo que importa es cómo lidiamos con ellos y la clave es comprender por qué surgieron en primer lugar. Estos son los cinco errores sobre los que me gustaría que me hubieran hablado:
1. Juzgar.
Cuando juzgamos a alguien constantemente, lo que estamos diciendo es que el problema es su personalidad. Vemos defectos en ellos como personas en vez de ver los defectos en sus acciones. Esto es algo que yo hice durante muchísimo tiempo, y que generaba discusión tras discusión, pero si me hubiera mirado en el espejo primero y luego me hubiera parado a pensar en cómo se sentía mi marido y en lo que necesitaba, la situación habría suavizado.
Si consigues conocer a tu pareja de arriba a abajo, dejarás de juzgar. Pasa tiempo con ella: cuanto más la conozcas, más profunda será vuestra relación. Es algo poco habitual, lo sé, pero funciona.
2. Estar a la defensiva.
¿Siempre estás a la defensiva y respondes a las críticas con ataques? ¿Te quejas constantemente? ¿Te niegas a escuchar? Es uno de los mayores errores que se pueden cometer en una relación. Y yo me comporté así durante años. Me tomaba todos los comentarios de una manera muy personal cuando en realidad no tenían nada que ver conmigo como persona; eran comentarios sobre mi comportamiento que podría haber aprovechado para aprender.
Quizá hay cosas de tu vida que puedes cambiar. Intenta mantener una actitud positiva con tu pareja incluso en las situaciones más insignificantes y verás que así las críticas no parecen tan graves y que de esta forma se refuerzan las relaciones. Dedícate a conversar y a buscar el humor en todas las situaciones. Esta es una manera muy efectiva de reforzar una relación.
3. Ser condescendiente.
Este es el problema más frecuente de todos. Y se da cuando intentas quedar por encima de tu pareja. Lo que motiva este comportamiento son tus inseguridades, y no las suyas. Retrocede un poco y mírate al espejo. Trabaja en tu propia autoestima y quiérete más. Dejarás de sentirte inferior y de intentar quedar por encima de tu pareja. Deja de intentar actuar como si tu pareja fuera un héroe. Admírale y aprecia sus buenas cualidades. Saldrás ganando, ya que esta es la clave para que cualquier relación dure.
4. Despreciar.
No bloquees a tu pareja, no te enfurruñes con ella y la eches de tu vida. Si lo haces, el mensaje que le llegará es que no te preocupas por ella y, en realidad, no es eso lo que quieres transmitir. Aprende a hablar con tu pareja y a hacerle preguntas. Esperar que tu pareja adivine lo que te pasa por la cabeza provoca una mayor separación entre ambos. Escríbelo primero si no lo tienes claro, pero deja de construir muros entre los dos.
5. Centrarme en lo negativo.
¿Siempre piensas en las partes negativas de la relación, te centras en lo que va mal, en lo que no te gusta, en lo que podría ir mejor o en lo que los demás tienen y tú no? Porque esto genera resentimiento. En vez de eso, demuestra gratitud. Céntrate en los aspectos positivos de tu relación y en las cosas que tienes. Las partes negativas empezarán a parecerte insignificantes. Habla del futuro de forma optimista, de tus sueños y de las cosas que te gustaría conseguir juntos, no de lo que no vas a poder tener o hacer.
Espero que algunos de estos consejos sean de ayuda, ya que han formado una parte muy importante de mi vida y de la relación de la que disfruto con Ian. La comunicación y la conversación son una parte crucial de una relación sana: centrarse en la forma de entablar estas conversaciones puede cambiar la energía de la relación por completo. Las relaciones sentimentales son como una montaña rusa. Todas son únicas y tienen su propia fórmula.
Este artículo fue publicado originalmente en YourTango.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The HuffPost' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

jueves, 6 de abril de 2017

ESPIRITUALIDAD


Uno de los aspectos más destacados del presente siglo, del que ya llevamos 17 años, es el progresivo e incesante aumento de la llamada espiritualidad. Somos bombardeados continuamente por cursos, seminarios, actividades diversas, relacionadas con el mundo espiritual. La búsqueda y conocimiento de uno mismo, de sentirse bien interiormente, de buscar nuestro lugar en este vasto Universo del que formamos parte, de responder, o tratar de hacerlo, a la gran pregunta ¿qué hago aquí? Por medio de diferentes medios: yoga, mindfullness, oración, meditación, etc... el ser humano se ha dado cuenta de que para estar en alineación con el mundo primero necesita estar alineado consigo mismo. Se le atribuye una gran importancia al silencio, cuando esto está descubierto hace cientos de años, buscamos evadirnos del trasiego y velocidad diaria para encontrar un rato de paz y relajación. Todo esto está muy bien y es aconsejable, pero a su vez, no podemos olvidar que vivimos en un mundo y una sociedad interconectada, no solo digitalmente, sino espiritualmente y que el "valor" de cada persona tiene mucho que ver con el "valor" que producimos en y hacia los demás. 

jueves, 30 de marzo de 2017

CAMBIO DE ÉPOCA


Del mismo modo en que se pasaron por diferentes épocas históricas (Antigua. Media, ....) ahora estamos en una nueva. Y hasta que las estructuras de todo tipo: económicas, sociales, culturales, políticas, .... se coloquen en su lugar, viviremos unos tiempos de zozobra. Sin embargo, y  a pesar de lo que pueda parecer, éste es el mejor momento. Tenemos una gran ventaja con respecto a otras épocas, hoy con un simple movimiento del dedo accedemos a una cantidad ingente de información, lo que nos da unas posibilidades casi ilimitadas. El único "problema" es el uso de esa información, lo que de ella transformamos en valor, personal y social. Siempre se dice que la información es poder, pudiera ocurrir eso hasta hoy, ahora el "poder" es que hacemos con esa información, si solamente la guardamos ocurrirá como con la basura, mucha unida huele mal, debemos airearla. Y aquí es donde entra. como nunca antes en la historia, el ser humano. Hoy, en la nueva época y aunque no lo parezca, el protagonista será el ser humano como tal. Único, completo, intransferible y valorable. Los hombres y mujeres del siglo XXI tienen en su mano la auténtica revolución: encontrar la razón de sus existencia en este universo y actuar en consecuencia. No debemos dejar pasar esta oportunidad.  

martes, 21 de marzo de 2017

VALORES



Ha saltado a los medios de comunicación  un vídeo en el cual se ve a unos padres de dos equipos de fútbol de niños de 12 años tener una pelea al más puro estilo Rambo, ante la mirada atónita de los propios críos que no daban crédito a lo que ocurría. Curiosamente la pelea se celebra el día 19 de marzo, Día del Padre. Y según se comenta en los medios relacionados con el asunto, la cosa no es más que la punta de un iceberg que ocurre una jornada sí y otra también, incluso a edades más tempranas. Algún equipo ha llegado a la decisión de prohibir la entrada en los partidos a  los padres vistas las situaciones que se dan. ¡Tremendo! ¿Dónde hemos llegado?
El deporte para niños que debería ser una escuela de valores; tales como compañerismo, ilusión, respeto, tolerancia, etc... se convierte con demasiada frecuencia en una válvula de escape de pasiones mal entendidas, de frustraciones no reprimidas y de competitividad peor encauzada. Si este es el ejemplo que damos a nuestras generaciones futuras, mal vamos. No es así como se construye un futuro social solidario y justo. Luego nos quejamos de las diferentes formas de violencia que conviven a nuestro alrededor, si los primeros que deben ser educadores y dar ejemplo, que son los padres, se comportan así, ¿qué cabe esperar a corto y medio plazo? Recientemente el colegio El Pilar de Madrid retiró a su equipo de baloncesto masculino de la competición cuando se enteró de las mofas que en las redes sociales sus jugadores habían realizado contra un equipo rival. Eso es educación y ejemplo.
Muchos especialistas dicen que nuestra sociedad está enferma, y hechos como éstos no hacen más que abonar la teoría. Pero no estamos poniendo muchos remedios para revertir la situación. La sociedad está formada por individuos y aquí es donde hay que poner el foco, el cambio empieza por una transformación interior y personal, una recuperación de valores llamados "tradicionales" y que todos conocemos, salirse de este corsé de individualismo y egoísmo que nos atrofia, nos envilece y cada vez nos convierte más en auténticos animales. Hemos avanzado mucho tecnológicamente, pero aún estamos en las cavernas en la asignatura de convertirnos en lo que verdaderamente somos: seres humanos. 

lunes, 27 de febrero de 2017

EL CEREBRO: NUESTRA CLAVE



La clave de los profesionales del presente y del futuro no está en su capacidad de "hacer", sino en su capacidad de "pensar". Es cierto, se ha pasado en muy pocos años de una especialización manual a una especialización mental. Por primera en toda la historia del ser humano, la diferencias no estarán en sus capacidades físicas, al contrario, estarán en sus capacidades cognitivas. Es decir, de cómo y de qué manera utilicemos la más extraordinaria herramienta que poseemos: el cerebro.   
Por supuesto, que las habilidades manuales y el trabajo con ellas no desaparecerán, pero no será con la determinación que tiene ahora. Debido a ello es necesario que la formación cambie sus parámetros, ya no se trata de memorizar y llenar al cabeza de datos  en ocasiones inconexos, se trata de aprender, analizar y llevar a la práctica todo lo que se asimila. Claro, es una auténtica revolución, una ruptura de fronteras mentales, una auténtica catarsis vital. Pero, a la vez, es una gran oportunidad de igualdad, al fin  y al cabo todos tenemos un cerebro y no sabemos  las enormes posibilidades que ello nos da. Quizás nos puede dar hasta miedo todo lo que podemos lograr. 
Es una experiencia fascinante.

miércoles, 22 de febrero de 2017

PADRES FELICES
HIJOS FELICES



Se dice, y con razón, que los niños no son más que simples espejos. Y es una gran verdad, en sus primeros años, principalmente, reflejan lo que ocurre a su alrededor y, a partir de ahí, forjarán su personalidad. Por tanto, es muy importante el espejo principal de las tiernas edades, los padres y madres. Y en ese aspecto es el espejo más determinante. Los padres no tienen que ser cicateros en las muestras de cariño y complicidad entre ellos, aunque a los críos les parezca raro o pongan algunas caras dignas de fotografiarse.  Existe un cierto pudor a expresar esos sentimientos, no sólo en público, sino en el propio ambiente familiar. ¿Porqué? Si el niño o la niña observan esas muestras sencillas, tiernas, serenas,... de sus padres que se aman, de que juegan entre ellos, de que ríen juntos, las pequeñas mentes infantiles se verán influenciadas muy positivamente y serán una base firme para la creación de su propio proyecto vital. Con el paso del tiempo se percatarán de que esos simples detalles entre sus padres no son más que una expresión de algo más profundo, intangible a las palabras, pero importante vivencialmente. 
Por tanto, no hay que tener  miedo a la efusividad entre la pareja, quizá no lo tengamos presente o no lo valoramos en lo que vale, pero ante los hijos son una de las mejores expresiones de confianza,  seguridad y aprendizaje que pueden tener.  

domingo, 5 de febrero de 2017

PADRES CON CONSISTENCIA


Continuamente nos cruzamos en nuestra vida con multitud de personas que son diferentes entre sí. Pueden pertenecer a los mismos grupos, haber sido educados de forma similar, haber tenido las mismas oportunidades.... ¿Qué marca las diferencias? Por un lado, la ciencia nos dice que el mayor peso es la genética, para lo que cada vez hay más voces disidentes (Bruce Lipton está entre los científicos prestigiosos que dicen que los genes no actúan si no hay una adecuada interrelación con el medio). Los psicoterapeutas humanistas nos inclinamos a pensar en que es la relación entre padres e hijos lo más determinante en el desarrollo de las personas y, sobre todo, en la creación de la estructura de la personalidad.

No dudo de la influencia e importancia de la predisposición genética pero, al margen de lo que en realidad haya, nuestra mirada profesional irá dirigida hacia el análisis de la relación parental. El amor y el respeto de las figuras parentales hacia los niños va a estar en una altísima prioridad entre los factores que más influyen en el desarrollo de estos últimos. Incluimos entre las relaciones parentales a los padres, abuelos, tíos, educadores, cuidadores.... Es decir, a todos los que asumen la función parental en algún momento de la vida del niño. Cuando hable de padres, el sentido será de figura parental.

Para los padres, tener objetivos claros y sanos a corto, medio y largo plazo les ayudará a no perderse ni dejarse llevar por los impactos emocionales del presente, que podrían dar el traste con la estabilidad y la solidez del mensaje parental. Es decir, que el padre sea consistente, que no ceda ante el miedo inmediato de un chantaje afectivo, de la presión del momento o de la responsabilidad y trascendencia que una decisión puede tener para su niño herido y que prevalezca el adulto sano en esa función parental.

Ser consistentes como padres significará:
No mirar para otro lado, ser consecuentes, sensatos, honestos, responsables... Para un hijo, saber que sus padres "están siempre ahí" y que "son de fiar" es lo que le aportará una seguridad imprescindible para que, una vez incorporada, le haga sentirse sólido como persona, libre de miedos patológicos y adquirir la estabilidad en sus vidas.
Actuar dentro de la crianza y educación del niño de forma que este se sienta seguro de que el amor no está en juego. Saber transmitirles esa seguridad afectiva será fundamental para que la confianza no se quiebre y se vaya consolidando cada vez más.
Mostrar una coherencia emocional facilitará a los niños que sientan y expresen sus emociones de forma espontánea, segura y sana, sin temor a malas consecuencias.
Proteger sin invadir al hijo, respetarle mientras se le acompaña, dándole la seguridad necesaria para que su aprendizaje y exploración del mundo sea un éxito.
Permitir una comunicación fiable y segura, que el hijo se sienta seguro por compartir su vida y sus descubrimientos con sus padres, sin temer ser represaliado por sus ideas o por sus acciones.
Poner límites firmes a los hijos. Ni rígidos ni demasiado flexibles. La firmeza en los límites facilitará que los niños aprendan a moverse de forma libre por las zonas permitidas, sabiendo que la transgresión de las zonas prohibidas, además de ponerles en peligro, les traerá unas consecuencias a las que tendrán que enfrentarse. Nunca se debe prometer un castigo que no se va a realizar, ya que esto traería consigo la pérdida de la consistencia necesaria.
Aportar estabilidad y coherencia a sus hijos, dándoles una base de seguridad para aprender a funcionar en la relación con ellos mismos, con los otros y con el mundo.

La importancia de la consistencia de los padres para que los hijos consigan tener una estructura de personalidad sólida y sana, para mí, está fuera de toda duda.

También el paralelismo de un gobierno consistente y coherente para que los ciudadanos puedan vivir una vida segura, sana y productiva.

La consistencia es una condición necesaria para facilitar el desarrollo sano y positivo de las personas que están a nuestro cargo. Cualidad que debería estar presente en todas las personas que están arriba en las relaciones verticales, con la intencionalidad puesta en los de abajo de dicha relación. Lo mismo podemos decir para unos padres que crían a sus hijos, para un empresario o jefe que busca la mejor de la productividad en su equipo de trabajo, para un maestro con su discípulo o para que los gobernantes dirijan un territorio hacia un buen desarrollo político y humano.

Quizás si todos los que ocupamos posiciones dirigentes (padres, maestros, médicos, jefes, políticos, gobernantes) hiciéramos una autoreflexión sobre nuestra propia consistencia, y eso nos llevase a cambiar algunos aspectos, ofreceríamos una altísima mejora en las personas de las que nos ocupamos. La vida así sería muchísimo mejor.
Artículo de José Zurita
Huffington Post

jueves, 19 de enero de 2017

DEBERES

La tan manoseada batalla entre deberes sí o deberes no es tan antigua como la propia educación escolar. Cualquiera que sea la reforma educativa que se haga, tarde o temprano surge este eterno y estéril debate. Cambian los hábitos sociales y culturales, pero los hábitos educativos permanecen casi invariables. Parto de una base, personalmente en mi época de estudiante, casi no tenía deberes. Ya se encargaban mis educadores del colegio religioso al que asistía de que todo se acabara en la jornada escolar. Vale, eran otros tiempos, pero el mismo problema. Cuando, por algún motivo, esto no era posible, se buscaban fórmulas alternativas para su resolución: una hora más en el colegio para acabar, o irte al colegio una antes de su apertura para solucionar el problema (había que madrugar y en invierno...) y muy en el último caso se llevaba la tarea a casa para finalizarla. En cualquiera de los casos, esto ocurría en muy pocas ocasiones. Y teníamos horario de mañana y tarde. Algunos, además, praticábamos deporte en los equipos del colegio y los entrenamientos eran "sagrados". Mis educadores afirmaban, con buen criterio, de que después de una larga jornada escolar más los entrenamientos, si encima llevabas carga escolar adicional a casa, sencillamente no se rendía adecuadamente. No estoy comparando épocas ¡Dios me libre! sólo expongo hechos y datos.
Los padres quieren lo mejor para sus hijos, de eso no hay duda, pero quizá habría que empezar a preguntarles a nuestros hijos por este asunto y escuchar que tienen que decir. Los padres actuales suelen estar agobiados por sus trabajos y ocupaciones, como para pasar este frenesí a sus hijos desde la más tierna infancia. El niño necesita un espacio de desarrollo y este no puede estar ocupado continuamente por obligaciones. Se quiere que sean buenos en los estudios y en las actividades "alternativas" de todo tipo que se les encargan, con más o menos gusto para ellos. Hay que ir a deporte, informática, idiomas, etc... y no se les deja casi ni un segundo del día libre, prácticamente se les obliga a estar ocupados de forma continua. Y no es inusual, sino más bien todo lo contrario, encontrarse con padres, madres e hijos haciendo deberes a las 11 de noche. Esto no es conciliación familiar, no tiene nada que ver con ello. El sistema educativo tiene muchas lagunas, cada vez está más desfasado de la realidad que se vive, no estimula, no premia el esferuzo y el afán de conocimiento y descarga en los padres actividades que no deberían entrar en casa, sin entrar a valorar el caso de que los padres deben ser expertos en literatura, matemáticas, física, química,...o sea padres multiconocimiento. 
No es por ahí por donde debe ir el futuro, pero quizá para saber lo que queremos sea necesario un pacto global por la educación, no sólo político, sino principalmente social, que siente en la mesa a los que están verdaderamente al pie de cañón de la problemática para no perderse en deseos utópicos y ver la auténtica realidad que nos rodea.
Después de esto queda claro que no estoy muy a favor de los deberes ¿no?