¡UN POCO DE RESPETO, POR FAVOR!
Dentro de las muchas bobadas que las televisiones ofrecen para aborregar al personal, la retransmisión de las campanadas de Fin de Año está en los primeros lugares. Este año, además, con la "batalla" entre La 1 y Antena 3 llevándolo al paroxismo. Media España pendiente del vestido de Cristina Pedroche y la otra media viendo cuál era la gracieta de Broncano y Lalachus. De la primera no opino porque no merece la pena, pero de la segunda tengo que mostrar mi más enérgica repulsa, primero como cristiano y luego como ciudadano que paga estos desmadres. Fíjense que he dicho repulsa y no ofensa, porque señorita Lalachus para ofender hay que tener tres cualidades: cultura, clase y conocimiento. Usted carece de cualquiera de ellas, se lo digo con toda humildad. Y, es curioso, porque yo la defendí ante esos ataques indiscriminados y absurdos que sufrió a causa de estado físico, que me parecieron fuera de lugar y de tono. Pero, debo indicar que ese respeto que tenía por usted lo he perdido en su, creo, desafortunada intervención con el símbolo del Corazón de Jesús. El respeto es una calle de doble dirección, para que nos respeten primero hay que respetar. No voy a gastar tiempo en explicarle lo que ese símbolo significa para un cristiano, si me voy a permitir decirle que por ese símbolo hoy, en pleno siglo XXI, se sigue asesinando a gente en varios lugares de este planeta, por el simple hecho de declararse cristiano. No se si ha caído en ello, pero se lo digo para que lo tenga presente.
Cuando alguien como usted o parecido haga una intervención en términos parecidos con símbolos de otras religiones o espiritualidades entonces nos ponemos a hablar de libertad, diversidad, etc... que seguro usted es una adalid. Porque ya cansa que siempre sea el cristianismo y la Iglesia Católica el blanco preferido y único de estas "gracietas". Y los que la defienden tienen mucha razón cuando dicen que en la Iglesia Católica tenemos mucho de que arrepentirnos, pero tanto para nosotros como para el resto hago mías las palabras de la persona que usted ha banalizado: «¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano» (Lucas 6, 41-42)
Y no quiero terminar sin dedicar unas palabras a esos compañeros y compañeras de profesión que, o se han callado poniéndose de perfil ante su "actuación" o la han defendido, en nombre de una libertad de expresión que me parece la tienen un poco equivocada. No quiero dar nombres para que no se sientan aludidos, pero que representan muy bien el nivel periodístico de este país.
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