¡HASTA SIEMPRE MAESTRO!
La Vida es un Máster continuo de crecimiento y, en ocasiones, te pone personas que aceleran ese proceso de crecimiento. A mí me pasó con el profesor Teófanes Egido, cuando cursé mis estudios universitarios en la carrera de Historia y que luego también lo tuve en los estudios de Doctorado. Desgraciadamente acaba de fallecer y me pillado fuera de Valladolid, con lo cual no he podido darle el último agradecimiento. Por ello, le escribo estas modestas palabras que sirven como homenaje a un grandísimo profesor, pero aún a una mejor persona.
Su forma de dar las clases era a la vez amena y profunda, capaz de quitar la complejidad a los temas que trataba. Persona de vasto conocimiento, tenía una enorme habilidad para crear un ambiente de aprendizaje agradable y estimulante, con un humor fino, aparentemente serio, pero que hacía pensar.
Mantenía una relación regular con él porque, a veces, me acercaba a San Benito en Valladolid para asistir a su Eucaristía, porque Teófanes era sacerdote y tenía muy claro ambos conceptos.
Supongo que ahora, allá en el Cielo, mantendrá unas interesantes conversaciones con otros grandes maestros de la palabra con quiénes, a buen seguro, se encontrará.
Gracias, Profesor, por ser una fuente constante de inspiración y por su dedicación inquebrantable a mi educación
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